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Full text of "Rimas"

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Arreguine, Victor 
Rimas 



3519 
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A í\^I\_E GUIÑE 



RIMAS 



MONTEVIDEO 

''RENTA CENTRAL, General. Liniers 200a 



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A I\^R^E GUIÑE 



RIMAS 



MONTEVIDEO 
IMPRENTA CENTRAL, General Liniers 200a 



I 

Sensación voluptuosa que tienes 

Quemantes ardores de lívida fragua, 

Que dibujas contornos inquietos 

De cosas confusas y adustos fantasmas; 

Larga onda de luz que un momento 

Del cerebro los limbos inflamas, 

A manera de eléctrica chispa 

Que finge en la noche siluetas de Hadas; 



Aletazo de genio que dejas 

Tembloroso el espíritu y pasas. 

Como tigre veteado que hiere 

Y huraño y salvaje se oculta en las zarzas, 

Audaz flecha de oro que buscas 

En la noche, cruzando borrascas, 

Una línea ideal que te lleve 

A un blanco que herido te dé la alborada; 



Fugitivo relámpago, onda 

Con latidos de mar que rebrama, 

Torbellino de ideas rojizas 

Qué íuerza te impulsa? Qué sol es tu causa? 

Intuiciones de cosas augustas 

Que partiendo del centro del alma. 

Presentís los misterios supremos. 

Qué vínculo á mundos sublimes os ata? 



— 6 — 

Heroísmo que buscas la arena 

Y desierta la ves y abrasada. 

Sin que un héroe se preste al combate 

Ansioso de aplausos y mirtos y palmas. 

Epilépticas iras de opreso 

Prometeo en la parda montaña, 

Que se agita sintiendo que hieren 

Su mísero cuerpo cien picos de águila. 



Conmoción de nerviosa corriente, 

Imprevista emoción que restallas, 

Como cuerda de arco tendida 

Que vibra al soltarse y el dardo dispara; 

Impotentes deseos gigantes 

De salir de esta lucha menguada, 

Donde triunfan innobles cretinos 

Y ríe la infame canalla dorada. 



Qué hay en mi de tenaz visionario * 

Que persiste en seguir la Esperanza, 

Cuando todo es brutal egoísmo 

Y un viento de muerte marchita las almas? 

Que hay en mí de diverso que encuentro 

Que mi ser al fangal no se adapta? 

¿Anacrónico orgullo, atavismo 

De antiguos señores? Dolores que aun sangran? 



II 



Qué soy? Qué valgo en el inmenso mundo, 

En la honda eternidad? 
Mi vida es el espacio de un segundo. 

Un punto raí ansiedad. 

Qué soy? Grano de arena en las orillas 

De ilimitado mar, 
Una de tantas hojas amarillas 

Del bosque secular. 



Del fondo de los tiempos he venido, 

Ignorando por qué, 
Por ijerzas superiores impelido, 

A qué punto, no sé 

He venido traído en la corriente 

Del gran turbión vital. 
Que lleva en si la vida eternamente 

Y la muerte fatal. 

Al vuelo de las águilas del cielo 

Mi esfuerzo comparé, 
Ay! no fué cierto lo que vio mi anhelo. 

Desierto el oasis fué. 

De dónde vengo? Del Misterio acaso. 

Ayer no más nací, 
Mi sol mañana bajará al Ocaso, 

Que lejano creí 

Y en el 0"':so el horizonte es triste, 

Pues se duda si allá, 
Tra^ de morir la tarde, el cielo existe 
Que vimos desde acá! 

¡Oh, negra Duda, pavorosa Esfinge 
Déjame reposar. . . . 

Y si tan solo la esperanza finge 

No me impiuiís soñar! 

III 

En el Océano, bajo los trópicos 
Cuando la tarde cayendo va, 
Entre las verdes algas notantes 
Se ve azulada lumbre temblar! 

Y por la noche, cuando desciende 
Hasta las ondas, luz estelar. 
Crece en la fria planicie inmensa 

Y más fulgura la claridad. 

Fosíorecencias más deslumbrantes 



Hay en los mares de la pasión, 
Con los ensueños, las esperanzas^ 
Locas visiones, raj-os de amor. 

Esas estelas maravillosas 
Estas mis rimas reflejarán. 
Lampos de fuego que tantas veces 
En mis tinieblas miré brillar. 

IV 

Te amo! Tu dulce nombre 
En mis cantares resuene, 
Entre mis rimas resalte 
Cual se ha fijado en mi mente. 

Sea en mis A^ersos humildes 
Lo que el zafiro de Oriente 
De resplandores azules 
En áurea sortija breve. 



Tu vives en mí. Yo vivo • 

En tus ensueños de virgen; 

Y siempre los dos tan lejos! 

Y siempre los dos tan tristes! 

VI 

Te amo con el amor grande y profunda 
De todas las edades que pasaron, 

Y de todas las razas que dejaron 

La huella de sus pasos en el mundo! 

VII 

Como un herido tigre en la espesura. 

Ruje el viento al pasar. 
En tanto que tu arrullo de palom». 

Se esparce en el hogar. 

Los recuerdos sus alas 
De rosado matiz, 



— 9 — 

Hacia nosotros tienden suavemente 
Y hacen nuestro panado revivir. 

Yo junto á tí no siento 

Ni ansiedad ni dolor, 
Mis manos en tus manos 
Hada gentil de mi primer amor. 

¿Qué importa que violenta 
Fuera se oiga rugir la tempestad, 
Si el santo hogar nos brinda 
Supremos goces y anhelada paz? 

Por siempre así nos hallen 
Las horas lentas que muriendo van: 
A tí, siempre á mi lado enamorada, 
A mí, siempre á tu lado en el hogar. 

vni 

De Delphos el Oráculo consulte 
Aquel que lleno de ambición emprende 
La marcha de la vids, el vellocino 
de Oro buscando. 

Yo no. Pues sé que los propicios Hados 
Me depararon una vida grata. 
Junto á una Diosa, que más bella encuentro 
Que una canción de Tibulo. 

IX 

Calmo está el mar. Los confines 
Resplandecen. Es la aurora. 
Arder parecen los pétalos 
De las campánulas rojas. 

Son la sangre adolescente. 
Son el rubor que se asoma 
A la tierra, por que el sol. 
Ya las lejanías dora. 



— 10 — 

El mar resplandece. El huerto 
Está cubierto de rosas, 
Apasionadas amantes 
De belleza seductora. 



Es el medio día. Cantan 
Los pájaros en la sombra 
Perfumada de los bosques 
Donde susurran las hojas. 



El sol va á morir. Intenso 
Reflejo los campos dora. 
Va el dia languideciendo, 
Van avanzando las sombras. 



El sol ha muerto! Se acercan 
Las melancólicas horas; 
Se han extinguido los cantos. 
Se han marchitado las rosas. . 



¡Ay, he sufrido tanto! Tantas veces 

La tempestad pasó sobre mi vida! 

Que ora se muestra mi alma combatida, 

Insensible á la dicha y al dolor 

Y es como un campo estéril que el incendio 
Recorrió con sus rojas llamaradas. 
Sombra de un viejo Edén, donde las Hadas 
Mil historias contábanse de amor! 



eampo estéril no más Que ni da espinas, 

Ni flores da Desierto calcinado, 

Al que no vienen ya, porque han pasado. 
Las bellas ilusiones á soñar! 
En otras horas tuvo melodías 
Al brillo del crepúsculo luciente, 
Hoy es un yermo pálido y doliente 
Donde las Horas gimen al pasar! 



11 



XI 



Aun mi alma tenia su inocencia 
Ce no el capullo de oro su perl'ume, 

Cor o la virgen tímida el rubor 

Aun era niño Por mi sangre joven 

No había circulado ese veneno 
Que llamamos dolor! 

La mariposa aún no había dejado 
La ci' salida casta en que pasara 
Estados de inconciencia y de placer; 
T. os prados florecían. Díó á los vientos 
Sus leves alas, viendo en los confines 
Un ancho sol arder. . . . 

Era el sol la pasión, á cuya lumbre 
La flor despiíirta, y libres en las ramas 

Los pájaros entonan su canción 

La mariposa loca abrió las alas 
Y girando en I - calma de la aurora 
Bendijo la pasión 

El sol siguió su marcha magestuosa, 
Cada vez más ardiente y íulgurante, 

Por el vasto zafir 

Ebria la mariposa de alegría 
En el foco de vida quemar quiso 

Sus alas y morir: 

La muerte quiso hallar y halló la gloria, 
Los sunremos deliquios inmortales, 
La hermosa realidad de la ilusión; 
La delicada mano que á una lira 
Arranca sus dormidos sentimientos 
En íorma de canción! 

XII 

Cuando tu frase con pasión vehemente 
Llega á mi oído como dulce ruego, 
Las ideas, los soles de mi mente. 
Resplandecen en círculos de fuego. 



— 12 — 

Y te comparo á la beldad gloriosa 
A quien amó la griega fantasía, 

Y bajo de sus aras á la Diosa 

Y en ellas te coloco amada mía. 

La egregia Diosa muestra descubiertos 
Sus encantos, que el hombre diviniza; 
Pero le faltan á sus labios yertos 
Las gracias que dibuja una sonrisa. 

En ella veo á la mujer arcángel. 
Ostentadora de brillantes galas, 
En tí la hermosa sencillez del ángel 
En actitud de desplegar las alas! 

XIII 

Maldigo la hora 
En que vine á esta vida implacable. 
De luchas sin triunfo, de nuches sombrías. 
De honda miseria y vicios enjambre. 

Nací bajo un cielo 
Techumbre de hermosos mirajes. 
De lirios azules y verdes palmeras, 

Y besos de magas y sombra de sauces. 

Entré de la vida. 
Austero soldado al eterno combate, 

Y tras cada intento de noble victoria 
Dejé las arenas manchadas de sangre. 



¡Oh rudo Destino 
Señor de los mundos. Esfinge implacable! 
Maldigo tu inmenso poder misterioso. 
Del triste y confuso clamor del combate! 



Maldigo tu imperio. 
No porque fortaleza me falte; 
Te insulto del íondo de mi alma rebelde 
Por que á la impotencia mezquino me ataste! 



— 13 — 



XIV 



Te vi en la primavera florecida 
Bajo el rayo del Sol, 

Y abrí á los huracanes de la vida 

Las alas de mi amor. 

Ave de clima ardiente en las polares 
Densas brumas viví, 

Y en la nieve proscrito mid cantare! 

Entoné para ti! 

Hoy siento acariciante el rumor tierno 
Del aura tropical, 

Y la esperanza de un amor eterno 

Me habla del ideal. 

¿Sabes cual es ese ideal bendito 

Que me envuelve en su luz? 
Darte la vi la, el alma, el infinito. 
En cambio del amor que me das tú! 

XV 

En lo alto de mi ser y en lo más puro 
De mi ardoroso corazón tü morag, 

Y de mi alma las pá'idas auroras 

Enciendes al pasar! .... 

Y si el ala febril de los Doieos 

Con su plumaje gris mi frente toca. 
La ardiente sed de mi esperanza loca 
Tü vienes á calmar! 



Reinas tranquila, reposada, triste. 
En el altar de la existencia mia, 
Y me señalas cariñosa y pía 

La senda del deber. 
A tí la fuerza que me alienta debo, 
A tí los bríos y el valor templado, 
La redención á tí. Lo más sagrado 

Y firme de mi ser! 



14 — 



XVI 

Ven á mi lado, vuélveme la calma 

Que en el mundo perdí, 
Antes que tienda en el espacio el alma 

Sus alas de purísimo matiz. 

Quiero que aquel pasado recordemos 
En que al verte, mi amor, te comprendí; 

Y á la luz del recuerdo nos amemos 
Con apasionamiento y frenesí. 

Que se borren del mundo, en nuestra mente. 
Las dudas y el dolor, 

Y disipen las nubes de mi frente 

Tus ósculos de amor. 

Ven. Yo te adoro! Espléndido homenaje 
A tu esbeltez de Diosa readirán. 
Brindándote sus flores el ramaje 
y las aves su cántico nupcial! 

XVII 



Lirios, gardenias y margaritas 
El campo adornan con sus colores; 
Es una fiesta donde mil citas 
Se dan al borde de los alcores 
Lirios, gardenias y margaritas. 

Apasionada, roja, llamea 

La flor ardiente de la amapola; 

Cual joven loca que amor desea 

Y en danza alegre se queda sola 
Apasionada, roja, llamea. 

La campanilla languideciente 
Junto á la casta blanca camelia 
Acaso gime por un aumente? 

Y es tan bonita la triste Ofelia, 
La campanilla languideciente! 



— 15 — 



Guarda la rosa su<5 castidades, 
Y ¡ay! del que intente besar sus flores 
Por que desvío verá y crueldades; 
Virgen huraña, con sus amores 
Guarda la rosa sus castidades! 

XVIII 

Desde la cuna nul)9 de infortunio 
Viene nublando el cielo de mi vida, 
De esta existencia mísera. Perdida 
Entre el rumor del mundo, en la ansiedad. 
Desde la cuna traigo un ángel malo, 
Que me lleva por sendas Qolorosas, 
Desde la cuna siento las odiosas 
Furias de la implacable adversidad. 

Mágicos ideales han pasado 
Por mi horizonte, espléndidos meteoros; 
De los colestes y sublimes coros 
Un ángel de alas blancas vino á mí; 
Como un rayo de sol en niebla opaca 
Aclaró mi insondable triste abismo. 
Amor! dijo al pasar, y el cielo mismo 
Como promesa de la suerte vi! 

Amor es redención para el que sufre, 
Amor es viva lurnbre de los astros. 
Que va dejando enardecidos rastros 
En las almas cxídas al pasar! .... 
Amor es á los tristes esperanza, 
A los mártires sinta verde palma, 
Amor es armonía que en el alma, 
Se oye perpetuamente resonar! 

XIX 



Sol de eternal fulgencia, 
Caro ideal que tanto 

Iníatigable en mi anhelar busqué! 
Xorte de mi existencia. 
Estrofa de mi canto, 

Ángel del cielo azul, dame tu fé! 



— 16 — 

Negra como el delito, 
Como la mar sin calma, 

Es mi noche de fúnebres negrores; 
Dame, que necesito 
Para la paz de mi alma. 

La bienhechora luz de tus amores! 

Yo soy en la furente 

Batalla de la vida. 
Miserable soldado sin valor; 

Ya no busco vehemente 

La palma apetecida. 
No me dejes caer, dame tu amor! 

Tu amor, que tú bien sabes 

Que para mí sería 
Orla de gloria, rama de iaure'; 

Tu amor que yo á las suaves 

Brisas compararía 
Que por la mar impulsan al bajel! 

XX 

¡Ah! no basta esta vida limitada 
Que en el lodo del mundo se desliga 
Para tan grande amor, mi bien amada. 
Que donde cae el cuerpo, la ceniza 
Del cadáver, no marca de la vida 
El límite postrer. 

La pasión que llevamos encendida. 
Los más santos y férvidos anhelos, 
No mueren con la carne adolorida. 
Morir es despertar bajo otros cielos. 
Tras larga noche de infinitos duelos 
Radioso amanecer! 



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PQ Arregiiine, Víctor 

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